miércoles, enero 17, 2007
De maestritas de provincias
A veces mojas la punta del pie en un charco, sólo la punta, y basta para que el vértigo te haga olvidar algunas lecciones básicas. No convertirte en una maestrita de escuela de posguerra sería una de ellas. Tal vez primordial. Y te hablan de necesidades, o hablas tú, que pareces un loro de pajarería de lujo, engarzando consejos, con "debería ser", y con toda una serie de chorradas. Qué más da. Si hacerse entender en un mundo como este es peor que un diálogo de sordos. Y se te quitan las ganas de seguir escribiendo con letrita apretada y redonda en la pizarra. Explicar la suma de los componentes, hablar de cuerdas que se tensan, o dibujar un monigote feliz, viene a ser lo mismo. Y vas soltando miguitas, o barras enteras de pan, por si algún incauto que pasaba, caza al vuelo la silueta del interrogante.
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4 comentarios:
Y sigue soltando interrogantes pero disculpa si todo se me confunde en espirales cosmicas.
Tranquila, me pasa lo mismo.
Preciosa, yo me escondo los interrogantes, en mis preguntas internas, y me hacen sentir más segura. La vida de por sí ya cuestiona tanto...
Vale, vale, ya empiezo a entender algo...
Casandra, creo que te equivocas con los alteregos, yo no te conozco de nada (sonrisa)
Clarita:
Linda, ¿qué te voy a decir? pues eso, linda...
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